
OS LUSÍADAS (Canto Segundo XCVIII A CV)
OS LUSÍADAS (Canto Segundo XCVIII A CV)
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XCVIII.
Las mangas con boton de oro tomadas,
Cuyo brillo ante el sol la vista ciega:
Las calzas soldadescas pespunteadas
Del metal que fortuna á tantos niega:
Con puntas de lo mismo, muy labradas,
Los golpes del jubon junta, y allega;
Al Itálico modo espada fina,
Y las terciadas pluma y berretina.
XCIX.
Mostraban los de su alta compañía,
Aunque el traje en el modo es diferente,
El color, que á la vista dá alegría,
De la tinta del múrice esplendente;
Y así el esmalte hermoso se veía
De los trajes, mirados juntamente,
Cual aparece el arco rutilante
De la gallarda hija de Taumante.
C.
Sonorosas trompetas escitaban
Los ánimos alegres, resonando:
Los bateles del Moro el mar cuajaban,
Sobre el agua los toldos desplegando:
Las bombardas horrísonas bramaban,
Con las nubes del humo el sol tapando:
Menudean del bronce los tronidos:
Lleva el Moro la mano á los oídos.
CI.
No bien pisa el batel del negro augusto
Gama, y ya aquel al corazon le estrecha:
Y este, con el honor que á Rey es justo,La ocasion de atraérsele aprovecha:
Mas, con admiracion y raro gusto,
Gesto y actos del Luso el Moro acecha,
Porque le inspira estimacion may grande
Quien hasta el indo de tan lejos ande.
CII.
Y con nobles palabras le ofrecía
Cuanto del reino suyo le cumpliese,
Y que si provisiones no tenia,
Como á cosa que es propia, le pidiese:
Dícele que, por fama, ya sabia
Del bravo Portugués, sin que le viese;
Y que decir oyó que en otra tierra
Con gente de su raza tuvo guerra.
CIII.
«Y como toda el Africa pregona
(El prosigue) los triunfos que adquirieron.
Cuando en ella ganaron la corona
De allá dó las Hespérides vivieron;»
Y con muchos elogios alto abona
Lo menor que los Lusos merecieron,
Y lo más que por fama el Rey sabia;A lo que Vasco así le respondía:
CIV.
«¡Oh tú, Rey, que piedad solo tuviste,
Benigno con la gente Lusitana,
Que entre tanta miseria y pena triste
Va afrontando del mar la furia insana!
Aquel divino Sér que eterno existe
Y rige el cielo y la familia humana,
Te pague, pues nosotros no podemos,
Tanta merced como de tí obtenemos.
CV.
«Tú solo, tú, de cuantos quema Apolo,
Nos recibes en paz, del mar profundo;
En tí, del daño y del furor de Eólo,
Refugio hallamos fácil y jocundo;
Mientras reluzcan desde polo á polo
Las estrellas, y el sol dé luz al mundo
Dó quier que viva yo, con fama y gloria,
Vivirá tu alabanza en la memoria.»